EL PATIO DE MI CASA ES PARTICULAR
Y dese luego, cuando llueve se moja como los demás. Pero no escribo sobre el patio de mi casa a causa de la lluvia, si no de otros factores bien extraños (desde el punto de vista de una persona normal y corriente).
En Berlín son muy frecuentes los edificios de viviendas que tienen una casa de cuatro o cinco pisos (generalmente sin ascensor) que dan a la calle de turno. Tienen un portal y, una vez pasado el umbral, el visitante o vecino se encuentra con dos opciones: entrar en las escaleras de los pisos que dan a la calle, o pasar a una especie de patio-jardín y, al fondo de éste, se encuentran a su vez uno o dos portales que dan acceso a las casas de atrás, con ventanas al patio. ¿Se sitúan más o menos?. ¿Sí?. Vale, sigo adelante.
Los patios de viviendas, con árboles y jardines son habituales en buena parte de los edificios de Berlín. En ocasiones son patios tan grandes que ocupan el interior de toda una manzana de casas.
En la casa donde yo habito cuando estoy en Berlín, no hay edificio delantero con ventanas a la calle. En su lugar, hay un espacio vacío y amplio, con unos árboles inmensos. Hay una verja verde, una cancela que no se cierra ni abre automáticamente desde ninguna de las casas y por lo tanto casi siempre está abierta y cualquiera puede entrar directamente al patio-jardín. Al fondo hay dos portales. Yo vivo en el bajo del portal izquierdo y, por tanto, mis ventanas están a pié de jardín, allí tengo mis rosas, mis arbustos y otras plantas temporeras que adornan un poco el ambiente. Justo al lado de la ventana del salón-estar, hay una pequeña valla de ladrillo que no se muy bien qué pinta allí y una pequeña caseta en cuyas paredes los grafiteros entran y dejan su «ingenio» plasmado con mejor o peor ingenio. Muy berlinés todo. Pues bien, ¿qué se les ocurre que hace bastante gente que entra de la calle al tener paso abierto a un patio?. Lo sé, han pensado que entran a robar ¿verdad?. Pues no. Aquí, al menos en el barrio semi pijo en el que vivo, no suele haber robos. De hecho las casas y oficinas en bajos con ventanas a la calle no suelen tener ni verjas, ni persianas ni nada más que la propia ventana. En alguna rara ocasión alguien entra en un negocio si desde fuera se ve que hay ordenadores (tienen predilección por los Mac) y se los llevan. Pero eso es, por lo general, todo con respecto a robos.
En Berlín es muy frecuente que las ventanas bajas no tengan rejas. Foto: artono9.
La primera particularidad de mi patio es que la gente que se ve apurada, en vez de entrar a un café o bar a hacer sus necesidades menores se mete en el patio, da la vuelta a la caseta, se planta frente a mi ventana y mea con toda tranquilidad. «A fín de cuentas -deben pensar los usuarios- si puedo evacuar escondidito de la calle en este patio, ¿por qué no hacerlo?. Es mucho más barato que pedir un café y usar los servicios de un bar». No piensan que allí vive gente a la que, seguramente, no le agradará que su jardín sea el retrete del barrio. Conclusión: son unos guarros desvergonzados, tacaños, egoístas e insolidarios. Así que, desde que yo estoy aquí, en cuanto veo que alguien se pone detrás de la caseta y empieza a bajarse la bragueta, salgo por la ventana soltando improperios, insultos en correcto español barriobajero, mezclado con palabras en alemán como «fuera, fuera» o «policía, policía» . No se dan mucha prisa en salir, no, es como si tuvieran derecho a mearse en la casa de otros pero, por no aguantar la bronca y la escandalera, se suben la cremallera de la bragueta con toda parsimonia y se van. Esto es frecuente. Menos habitual es que, a veces, entran abuelitas que pasean a sus nietos, les bajan la braguita o el calzoncillo y, con la mayor cara dura del mundo, ponen a sus nietos a mear justo en el borde de mis flores y plantas. «Liebe Frau, bitte» ( ¡querida señora, por favor!) y la señora mira a mis ventanas con cara de no entender por qué le hablo, así que tengo que pasar al «fuera, fuera, guarra, policía, policía». Esos nietos, cuando yo ya no esté en este mundo, serán mayores y entrarán a mear a este patio. «Conozco un sitio desde pequeño, aquí cerca, en el que podemos mear sin que nos cueste un duro», me los imagino con toda claridad y el convencimiento de que seguirá siendo así: este patio convertido en el meadero de los que estén o pasen por el barrio.
Como no quiero poner orinando a uno de los visitantes del patio de mi casa, prefiero esta bonita fuentecilla, con sus chorritos de agua. Mejor ¿no?.
Enfrente de mis ventanas y el jardín, junto a la pared que separa mi patio del de la casa de al lado, están los hierros donde se aparcan y amarran las bicis de los que aquí vivimos. A través de la cancela, el biciparking se ve desde la calle. Y hay huecos libres para poner alguna bici más. Antes he dicho que en Berlín, al menos en mi barrio, no son frecuentes los robos… salvo el de las bicis. En todo Berlín, a poco que te descuides, las bicis vuelan. Muchos roban a otros muchos que, a su vez roban de nuevo cuando se encuentran sin su bici. Pues bien, el parking de bicis del patio se ha convertido en un lugar donde dejar bicis robadas, esperar con ellas allí unos días a ver si no pasa nada, hasta que finalmente, viene el ladrón con un comprador que la prueba y, si le gusta, la compra. Últimamente se ha frenado un poco este trasiego de bicis robadas porque un buen día aparecieron dos maravillosas bicis de aluminio guay, recién estrenadas y, cuando vino el ladrón con los compradores, se encontró con que las bicis habían volado. ¡Vaya por dios!, este patio milagrosamente parece que ha dejado de ser un almacén seguro para bicis robadas. Ya nos hemos librado de algo… por el momento.
La compra-venta de bicis en Berlín es un negocio: honrado o no, bicis robadas o bicis «legales» se venden con cierto desahogo en cualquier zona, en el patio de mi casa (más discretamente) o en plena aglomeración, como vemos aquí, en la entrada del mercadillo del Mauer Park. Foto Guanche.
Al pasar la cancela de mi patio, bajo los grandes árboles y antes de llegar al ensanchamiento donde están el jardín y los dos portales, hay una fila con siete cubos de basura. Aquí, en Berlín, todo es reciclado, todo tiene su cubo y por lo tanto, es fácil hacer este acto tan cívico que es separar basuras. Es completamente distinto a Madrid, donde no suele haber sitio en los edificios de la ciudad para tener múltiples cubos alineados y allí dejar los diferentes tipos de basura. (Por eso me dió risa la estulticia con la que Ana Botella pretendía que en cada vivienda hubiera no se bien cuántos tipos de basuras diferentes. ¿Para ponerla dónde, señora alcaldesa, con estas cocinas diminutas?. ¿Para echarlas en qué cubos del edificio, señora Botella?. Antes de pedir a los vecinos de Madrid que separen en varias bolsas las basuras de una casa, ocúpese de que haya dónde tenerla en las casas y dónde en los edificios, so lista). Bien, a lo que iba. Aquí si que hay dónde bajar las basuras de cada vivienda, cubos para el vidrio, para residuos orgánicos, para papel, para cartón, para briks y envases de comidas, para restos sólo biológicos, etc, etc. Si tengo las ventanas de la casa abiertas, oigo de vez en cuando ruido de vidrios rotos, tapas de cubos que caen de repente. Son los pobres de Berlín, que, como tienen entrada libre a este patio, hurgan en las basuras para varias cosas: encontrar algo que echarse a la boca, recoger botellas que puedan devolverse en unas máquinas que hay en algunos centros o supermercados de barrio y por las que te dan a cambio unos céntimos, o con un poco de suerte encontrar alguna ropa o calzado viejo con que cambiar la ropa sucia o calzado roto que llevan encima.
Este pobre anda con los pies por el suelo. Quizás no encontró nada que le pudiera servir en ninguna basura , o quizás prefiera su pobreza a los desperdicios de los demás. Foto: anyka.
Pero ¿en Alemania hay pobres?. ¿No es la tierra de la Merkel la tierra de la abundancia?. Depende, cada uno cuenta cuenta la feria según le va en ella. Yo no me quejo demasiado (tampoco le debo nada a la ªMerkel ni a su gobierno ni a sus instituciones), pero aquí hay pobres, y unos cuantos vienen a hurgar en la porquería que tiramos todos los vecinos de mi patio. Porque, hablando de reciclar, en Berlín sigue vigente una costumbre que abandonamos los españoles hace tiempo, pero que yo la recuerdo de mi infancia: los cascos de las bebidas se llevaban de vuelta a la tienda y te pagaban por ello. En España, los tiramos y el beneficio se lo lleva ¿quién?. A saber… ¿Sabe usted, alcaldesa Botella lo que se hace con las botellas en Madrid y quién se lleva los beneficios?. ¿Alguna adjudicación a dedo quizás?. Noooo, perdone, eso en Madrid no pasa nunca con nada ni con nadie, ya sabemos.
La pobreza y el alcohol hacen estragos. Tirado junto a los cubos de basura y otros desperdicios que no son de meter en cubos. Esta estampa no solo es frecuente en Berlín, si no en cualquier ciudad del mundo occidental. Foto: StÄf©phane.
A lo que iba. Por aquello de que en mi patio, junto a los cubos de basura hay mucho sitio, con esos árboles tan grandes y esa entrada tan libre, otra curiosidad es que, de un día para otro, aparecen junto a los cubos todo tipo de artilugios que no están previstos para meter en los cubos. Por ejemplo, un colchón. Es muy fácil: su colchón está viejo y sucio, tiene manchas, ya no hay quien duerma a gusto. Hay que comprar uno nuevo. ¿Que hago con el viejo?. Aquí las tiendas no te traen el nuevo y se llevan el viejo. Eres tú el responsable de hacerlo desaparecer. Tampoco hay un servicio como en Madrid en que llamas al Ayuntamiento y te dan día y hora para recoger muebles, colchones o lo que haga falta que no sea basura de cubo. Sin embargo, hay unos puntos de recogida en cada zona y es allí donde debes llevar todo eso de lo que te quieres deshacer. Pero ¿para qué?. «Aquí al lado -deben decir los vecinos pijos de los alrededores- hay un patio al que se puede entrar y mucho sitio para tirar las cosas». Así que, cuando sales por la mañana, han florecido junto a la larga línea de cubos de basura todo tipo de enseres domésticos: colchones, somieres, alfombras, lámparas rotas, vigas de madera, estantes desvencijados… Y tú te desesperas, das la lata a tu familia alemana, vecina en la misma casa, para que en un correctísimo alemán que una servidora es incapaz de hablar, le comunique al administrador de la finca que la entrada al patio está hecha una mierda, con otras muchas mierdas de todo tipo y que mande un propio o varios para que se las lleven a los puntos de recogida.
Cubos de basura de diversos tipos, pertenecientes a una vivienda de Berlín. Foto Yamina Raspa.
Mientras tanto, la borracha del segundo piso, que ya ha pasado la menopausia pero se cree una adolescente, racista y xenófoba, alguna vez que tiene mal vino baja al patio y grita contra la española (servidora) que no se sabe muy bien qué daño le ha hecho. Las ventanas se iluminan, los vecinos ven la estampa, oyen, vuelven a cerrar y apagan la luz. Al día siguiente, me buscan o buscan a mi familia y se solidarizan conmigo, me dan las gracias por lo bien que cuidamos el jardín y la pasta y el esfuerzo que nos dejamos en ello (por amor al arte) y nos invitan a tomar una cerveza o a un cumpleaños si se tercia. Y no se hablan, generalmente, con la borracha.
Llego al final. Como habrán leído, realmente ¿es o no es particular el patio de mi casa?. Yo creo que bastante. Desde hoy, tiene una particularidad más: he encontrado en el rincón de los meones a un alemán muy grande con una bolsa grande también, metiendo en ella algo que apresuradamente le estaba dando una mujer de rasgos orientales. ¡Joder, ahora esto se va a convertir en un dispensario de drogas, he dicho!. «No -me dice mi hija- le está vendiendo cartones de tabaco de contrabando y no se atreverán a hacerlo en medio de la calle».
¡La madre que los parió a todos!. Realmente, (todos cantando) el patio de mi casa es MUY particular… lala lala, lala, tralara lará.
Tu artículo,..”El patio de mi casa …..” es una delicia y me ha despojado de algunos mitos alemanes pero sobre todo he disfrutado con su lectura y el modo como está construido.Precioso.Muchas gracias y enhorabuena.
Muy bueno me he reido mucho !!
Holaaaa!!! He leído tu articulo y está estupendamente escrito (como siempre). Comentario: ¿Y no sería más fácil poner una cerradura a la verja y distribuir una llave a cada vecino? Jaaaaa…….Por cierto, espero ansiosa la segunda entrega de este patio tan particular…un besazo enooorme.Cuidate
Me ha gustado mucho el articulo. Gracias
Es un lujo tener corresponsales de la vida real. De todas formas, aunque solo lo conozco como turista, Berlín me pareció una ciudad muy agradable para vivir
Tienes razón, Fernando. Berlín es una ciudad muy agradable. Yo adoro vivir aquí largas temporadas en verano a ser posible. Claro que eso no quita para que pasen cosas como las que he relatado en mi post y muchas más peculiaridades que iré contando según me venga la inspiración. Gracias por leerme y por pasar por este rincón.
Pues, yo creía que los alemanes eran muy cívicos y perfeccionistas, la primera vez que visité Alemania, me sorprendió que no sólo reciclaban sino que lavaban los envases de los yogures antes de reciclarlos. Y ahora pensaba que vivían muy bien, que no tenían paro, ni pobres y que su educación y era casi perfecta y por ello, Mandan como Mandan y nos tienen a los pobres países sureños asfixiados, y por sí fuera poco, criticándonos y tachándonos de derrochadores.
…En todas partes cuecen habas..(popular ).
Me he reido mucho con tu patio.Genio y figura… Me he partido de risa con tu blog .Te veía en jarras llamando guarra a la frau…Escribes con la misma gracia que hablas.Muy bueno Camino.
He leído varias entradas de tu blog y me he vuelto fan.
«Jodé!! Se ve que ahí se cargaron la educación mucho antes que en España!!. ¿Te acuerdas de los sanfermines con franceses delante de casa?? Allí hacían todo! Y cuando alguno entraba en el jardín a ducharse? Menos mal que no son muy limpios y no era frecuente, jaja!! Parece que los PIGS aún podemos darles algunas clases.»
La verdad es que he pasado un rato muy agradable leyendo tu blog. Y me he reído, claro que no es a mi a la que mean ni a la que gritan….
Sólo una idea. Poned riego automático y que se active también cuando se acerquen a hacer sus necesidades. Un beso muy fuerte desde París.
Para que digas que no es divertido, tienes un espectáculo gratuito diario sin salir de casa..jjjjj. Ya sabes que a mi ese patio me trae buenos recuerdos….una lástima no haber pillado la época del contrabando de tabaco…
hay que ver!
je.je,je….me encantó el articulo…..un lujo, particular contar con una corresponsal de la vida real en Berlin. ABrazos !!
Buenísimo y tan verdadero… aunque tu patio sea tan «animado» tu casita es ideal Camino. Alemania está llena de contradicciones… pero no está mal. Tu lo enseñas. Un beso grande.
Hace poco he comenzado un blogg, la información de tu blogg me proporciona mucha informacion. Gracias por todo tu tiempo y trabajo.
Saludos
Estoy feliz de encontrar articulos donde ver informacion tan necesaria como esta. Gracias por poner este articulo.
Saludos
Bueno, Alfaqueque, te gradezco el interés que siempre demuestras por mis trabajos y no me molesta en absoluto que los reproduzcas en tu página. Y dales las gracias de mi parte ( o sea, EN DIFERIDO ) a los lectores que lo han compartido y les ha gustado. Gracias.